Uno de los aspectos interesantes de las noticias de Google es que se pueden personalizar las páginas. Es decir, se puede elegir un tema y ver las noticias acerca de ello. Lo tengo asignado para mostrarme noticias acerca del budismo. Así es, por ejemplo, que puedo leer noticias tan transcendentes como que Richard Gere, el actor estadounidense, ‘ha expresado su intención de reparar los baches de la estrecha carretera de montaña que conduce a la casa del líder espiritual del Budismo, el Dalai Lama’. Me alegro. Ya sabemos que el Dalai Lama no es el líder espiritual del budismo, sino un líder espiritual del budismo (concretamente de una escuela del budismo tibetano), pero no quita el mérito de un acto de generosidad.
Ayer me llamó la atención una supuesta noticia de una revista (Enkidu Magazine) llamada ‘Las múltiples manifestaciones de la experiencia de Dios’. El autor del artículo (José Álvaro Olvera) escribe acerca de las expresiones místicas de las distintas religiones y observa que “debajo de cada expresión, late la cultura de cada persona mística. Si es mujer, narrará su experiencia como mujer; si es varón, lo hará como varón. Por eso no es posible pretender que una mujer, analfabeta, del siglo XIII narre su experiencia como lo haría una mujer, universitaria, del siglo XXI.
Cada experiencia estará marcada por quien la vivió, por su forma de comprenderla, de narrarla, de escribirla, de predicarla o de celebrarla”.
Esta experiencia mística es, para el autor, una experiencia “del Misterio, de lo Indecible, de lo Trascendente, de Dios” y “la misma diversidad de expresiones místicas encierra un núcleo que se perfila como único. Detrás de cada manifestación, hay una misma y única experiencia, porque lo Infinito, el Uno, lo Trascendente no cambia”.
El autor luego ofrece varios rasgos comunes de la experiencia mística dentro de la diversidad de sus manifestaciones y expresiones, notando que la expresión de la experiencia mística en el budismo “se cuece a parte” y que algunas de sus expresiones no coinciden con estos rasgos comunes.
Me hizo pensar. ¿Qué es el misticismo? ¿Qué valor da el budismo al misticismo?
Parece que el misticismo tiene que ver con la experiencia de unión con lo divino. El diccionario de la Real Academia Española lo define como “cierta unión inefable del alma con Dios por el amor”. Es una experiencia de unión con el cosmos o con una supuesta esencia, fuente o matriz de ello y va acompañado por el éxtasis y la paz.
El budismo ciertamente reconoce tal experiencia. Habla de la experiencia de samatha o ‘calma’. Encontramos los diferentes niveles de experiencia meditativa, los dhyanas o estados de conciencia superiores (que incluyen estados como la esfera del espacio infinito, de la conciencia infinita, de la no-distinción y de la ‘ni percepción ni la no-percepción’). Habla de los samápatis o las experiencias 'visionarias' que pueden a veces acompañar a la absorción meditativa. También enseña las diferentes etapas del sendero cómo la confianza, el deleite, la alegría y el éxtasis, la calma y la serenidad, el gozo y la integración total (algunos de los nidanas positivos).
Sin embargo el samatha es solo un aspecto del sendero budista. Una de las distinciones más básicas e importantes en el pensamiento y práctica budista es la distinción entre samatha y vipasyana, entre ‘la calma’ y ‘la visión clara o insight’. Samatha representa todo el rango de la experiencia mística. Vipasyana representa el enfrentamiento directo e intuitivo con la verdadera naturaleza de esta experiencia, la verdadera naturaleza de todas las cosas y de toda experiencia, mística o mundana. Y es este segundo aspecto lo que constituye la meta del sendero budista.
Me parece que el budismo se distingue de las otras religiones precisamente por eso. No busca la experiencia de unión o de unidad con el cosmos. Reconoce tal experiencia, pero no le da el valor que quizás se da en otras tradiciones. Para el budismo tales experiencias, por muy elevadas que sean, y por muy superiores a la experiencia común de la humanidad, son transitorias y no representan el despertar definitivo del individuo. Surgen en dependencia de condiciones, y en ausencia de estas condiciones cesan. Forman parte todavía de la rueda de la vida y el místico sigue atrapado en ella. No constituyen una experiencia de la realidad última, aunque a menudo forman la base para opiniones y puntos de vista erróneos (para el budismo) acerca de ella.
Para el budismo es fundamental distinguir entre el místico y el iluminado o el despierto espiritualmente. El despierto comprende que toda experiencia es impermanente y insustancial (anitya y anatta) , desprovista de una identidad fija o una esencia; que toda experiencia es condicionada (pratitya sumutpada); vacia (sunyata); que sólo existe experiencia e interpretación (vijñaptimatrata). Independiente del estado de conciencia, es sólo ésta comprensión que conduce a la verdadera liberación y la purificación de los venenos de la ignorancia, de la avidez y el apego, del odio y el rechazo. En un místico, por muy elevada e incluso poderosa que sea su experiencia, siguen rastros venenosos. Más allá del samatha está el vipasyana. Más allá de los místicos, y de las ‘múltiples manifestaciones de la experiencia de Dios’, está el Buda y la sabiduría de los despiertos.
El autor del artículo observa que “Cada experiencia estará marcada por quien la vivió, por su forma de comprenderla, de narrarla, de escribirla, de predicarla o de celebrarla” y busca los rasgos comunes a todas las experiencias místicas. Creo que es un ejercicio muy interesante y valioso. El budismo le invitaría además a indagar en esta misma observación. Le invitaría a aplicar sus reflexiones a toda la gama de la experiencia humana. Le invitaría incluso a cuestionar la existencia del supuesto 'núcleo único' detrás de cada manifestación mística, aquel supuesto 'Infinito, el Uno, lo Trascendente' que 'no cambia'.