jueves, febrero 28, 2008

Ser budista (4): Ir al Refugio de la Sangha


Él quería que sus seguidores ardiesen
Cual llamas que ascienden al ceni
t. Ahora son sólo
Débiles rescoldos bajo un montón de ceniza
Temerosos de hermanarse con una estrella.
(Sangharákshita)

La Sangha, o comunidad espiritual, es una parte integral del Budismo. Es la tercera de las Tres Joyas del Budismo. El acto fundamental de un budista es Ir al Refugio del Buda, del Dharma y de la Sangha. El Ir al Refugio define qué es ser budista, y por consiguiente quiénes son los miembros de la Sangha, o comunidad espiritual budista.

Un budista es aquel que va al refugio de las Tres Joyas y la sangha está formado por todos aquellos que lo hacen. El acto de comprometerte con el ideal de la Iluminación, con la enseñanza del Iluminado y con su comunidad es el principio que unifica a la sangha budista y resuelve cualquier división que exista entre las diferentes escuelas y comunidades budistas. También resuelve cualquier diferencia que exista entre miembros de la misma comunidad.

Ir al Refugio de la Sangha es abrirte a otros que también caminan en el sendero budista. Es crear lazos de amistad y una dinámica de comunidad con otros, basados en la enseñanza del Buda.

Los miembros de la comunidad espiritual están comprometidos a estar en armonía entre ellos, y a la vez a cultivar sus cualidades distintivas como individuos. Una comunidad espiritual de esta naturaleza sólo puede funcionar a través de la amistad, y no a partir del poder y la manipulación que más bien caracterizan el grupo y la secta. Lamentablemente, la jerarquía basada en el estatus y en el poder sí existe en las comunidades budistas. De hecho, muchas de las tradiciones budistas que llegan al occidente están estructuradas de una forma eclesiástica en la cual el ‘maestro’ no sólo presume de una mayor experiencia espiritual sino también de un estatus que le ortega un poder institucional y psicológico sorprendente y que hacen imposible la creación de una sangha verdadera.

Por desgracia, en occidente nos impresiona con demasiada facilidad la ropa exótica, por no decir los disfraces, que muchos miembros de las comunidades budistas llevan puesta en público. La verdad es que siempre me ha parecido contrario al espíritu del Dharma llevar vestimenta medieval hoy en día; también un poco ridículo. Por muy estilizados y hasta lujosos que sean los hábitos budistas hoy en día, me parece importante recordar que el buda y sus discípulos llevaron la ropa común de su tiempo, incluso la ropa de los más pobres. Los hábitos tienden a reforzar el estatus, y dividen a la sangha en niveles artificiales; artificiales porque no necesariamente tienen que ver ni con compromiso ni con experiencia espiritual, sino con formas de vivir y con rango. Y la gran mayoría de aquellos que llevan sus hábitos simplemente no los necesitan; su compromiso y el peso de su práctica son obvios y serían más obvios, más aparentes, si llevaran ropa normal.

Una verdadera comunidad espiritual nunca tendrá una estructura fija, y mucho menos una jerarquía fija. La naturaleza de sangha es cercana a la anarquía, en la cual gobierna el principio de la amistad espiritual basada en las Tres Joyas. La comprensión espiritual, el despertar, nunca se confundirá con la jerarquía institucional. Cuando la sangha se reúne, ya sea en retiro, en público, o simplemente dos amigos conversando, deberíamos siempre tener cuidado de no imponer de ante mano una jerarquía de liderazgo. Kalyanamitrata, o la amistad espiritual, es una dinámica que surge de la relación entre individuos. Tener decidido quién es el más evolucionado, espiritualmente hablando, impedirá que la verdadera chispa de una comunicación creativa pueda encender nuestros mentes-corazones.

Además, mi impresión – y vamos, mi propia experiencia – es que el estatus, incluso un supuesto estatus ‘espiritual’ y a pesar de disfrazarse con una apariencia divina, no hace más que fortalecer la ignorancia, la avidez y el rechazo a los demás.

Ser budista es querer crear sangha. Es intentar, en todas las actividades de nuestra vida, relacionarnos con los demás de forma verdadera – más bien desnudos – y a partir de maitri, de atención y del deseo de que el otro esté bien. Es entrar en comunicación sin ideas previas acerca de la otra persona y sin compararnos con ella; sin pensar que somos superiores, ni inferiores, ni iguales. Sólo así un verdadero despliegue de la conciencia puede ocurrir. Sólo así se puede abrir a lo desconocido, al misterio de la comunicación humana basada en nuestra potencial espiritual inherente. Eso sí es ser budista.

viernes, febrero 22, 2008

Dilgo Khyentse Rinpoche - 5 videos

Dilgo Khyentse Rimpoche fue considerado como uno de los más grandes Maestros Dzogchen del Siglo XX.

Hay una serie de 5 videos acerca de Dilgo Khyentse Rinpoche y su vida. Son 5 partes de un solo documental. Recomendado, pero está en inglés.



Los otros 4 videos están aquí:

video 2
video 3
video 4
video 5

viernes, febrero 15, 2008

No olvidemos a Birmania


Parece que, desde las manifestaciones en septiembre y octubre del año pasado, la situación en Birmania sigue mal; incluso peor. Según Avaaz, de los monjes y estudiantes organizadores de las manifestaciones, 80% han sido arrestados y encarcelados. Los demás están escondidos.

“ La Junta ha utilizado la tortura de manera generalizada para desmantelar las redes activistas y aplastado cruelmente cualquier intento de marcha o manifestación pública” reclama Avaaz.

Parece que la presión internacional sigue, a pesar de que yo por lo menos he visto muy poco o nada en los medios de comunicación.

Lo bueno es que existe una nueva generación de activistas pacificas (la lucha para la democracia lleva 20 años en Birmania) y la Junta ha anunciado que habrá un referéndum constitucional este año.

Ya veremos ...

miércoles, febrero 13, 2008

El infierno budista

¿Cómo contempla el budismo el infierno? Lo que sigue es un extracto de un libro de Subhuti, miembro de la Orden Budista Occidental. El libro está ya agotado, así que espero que al editor (Edicomunicaciones) no le importa que lo copio aquí. Se llama 'La rueda, la espiral y el mándala'.

Algunas pinturas del infierno, en la tradición budista, muestran ciertas similitudes con las del infierno cristiano de la Edad Media y los posmundos dolorosos de muchas otras culturas. Se muestra como un lugar de dolor y tormento intensos, donde se somete a sus víctimas a las torturas más penosas, las cuales son infligidas y presididas por demonios. Todo este mundo está lleno de llamas, por lo que es insoportablemente caliente, aunque abajo hay regiones que alcanzan un frío amargo que produce los peores sufrimientos. El infierno consiste de subplanos, y cada uno se especializa en un tipo particular de sufrimiento adecuado para cierto tipo de acción torpe. En el budismo popular, estos subplanos se describen con frecuencia con lujo de detalle. Hay, por ejemplo, el infierno de la inmundicia, en el que se revuelvan en el lodo los corruptores de inocentes, mientras que son devorados por monstruosos gusanos. Los torturadores y asesinos son atravesados con un pincho para ser asados, y sus intestinos son picoteados por pájaros con picos de acero.

Quizá debemos tener cuidado del literalismo de dichas historias, las que algunas veces no se concretan a nada más que una burda superstición. A pesar de que el budismo nunca ha descendido a la predicción de las llamas del infierno, algunas veces se ha dibujado la imagen en gran detalle. Dicho énfasis puede tener un efecto saludable, haciendo que alguna gente considere las consecuencias de sus acciones más cuidadosamente, sin embargo tan sólo puede inducir sentimientos de culpa y temor irracionales. En tanto que para el budismo la existencia de estados infernales es un hecho evidente e inevitable, nunca usa la imagen para manipular o inducir estados mentales nocivos de lobreguez, pesimismo y desesperación, que afectan a mucha de la gente que ha sido educada bajo la influencia de la Iglesia, donde se enfatiza detalladamente la existencia del infierno, aun entre los más jóvenes. Un sentido moral genuino proviene de la confianza en uno mismo y de la madurez, no del miedo.

No debemos tomar las representaciones tradicionales de una forma demasiado literal. Los rasgos básicos del infierno, son el sufrimiento constante y el dolor inexorable, impuesto por seres furiosos y vengativos. Este tipo de experiencia se puede encontrar incluso en la tierra, hay gente que ve el mundo de esta manera habitualmente. Todos los que se encuentran a su alrededor parecen estar tratando de hacerles una mala pasada y se sienten constantemente amenazados. Su motivación primaria es la de eliminar o evadir esta amenaza, y están en un estado de enemistad, ya sea abierta o cubierta, con casi todas las personas que conocen. Sufren agonías de inseguridad y sienten el dolor y la humillación de todo agravio, leve o imaginado. Ven este tormento como si les fuese impuesto por sus enemigos, quienes, ellos sienten, están tratando de menospreciarlos constantemente. En muchos casos, debido a la forma en que se comportan con otros, llevan a la existencia los enemigos que, inicialmente, eran tan sólo imaginarios. Dichas personas están dominadas por las raíces del estado mental del odio y ven al mundo entero a través del velo de sus sentimientos proyectados. Viven en un infierno terrenal y hacen un lugar de tormento para sí mismos en cada situación en la que se encuentran. El infierno no es más que el mismo estado mental que se manifiesta en todos sus dolorosos detalles después de la muerte.

A pesar de que las representaciones budistas tradicionales del infierno guardan un cercano parecido con aquellas del cristianismo, el concepto del infierno difiere de su equivalente cristiano en dos aspectos importantes. El infierno no es un castigo y su duración no es infinita. Cada mundo es la objetivización de la propia mente del individuo, de acuerdo con el funcionamiento natural del principio del karma; nadie juzga y nadie condena.

El ímpetu que hemos establecido determinará el tipo de mundo en el que renaceremos. El budismo no cuenta con una concepción de un ser creador o juez divino -esto se considera parte de nuestras propias proyecciones, con respecto a nuestras esperanzas y temores, que se encuentran basadas en nuestra necesidad por una figura paterna alentadora, que organice al cosmos-. El universo está hecho de procesos que contienen las leyes que gobiernan su funcionamiento propio. El principio del karma es la ley inherente en la conciencia individualizada y determina los efectos de las voliciones propias que experimentará.

Todo proceso es impermanente, y un estado particular continúa tan sólo en tanto que las condiciones que lo han traído se encuentren presentes. Las voliciones basadas en el odio llevan la experiencia del infierno a su existencia. Cuando han sido agotadas o contrarrestadas por voliciones perspicaces, entonces dejaremos el infierno y apareceremos en algún otro estado que se ajuste a nuestra nueva configuración kármica. Permaneceremos en el estado de tormento por tanto tiempo y como hayan energías kármicas sin descargar que nos mantengan allí. La tradición sostiene que una vida en el infierno puede extenderse al cabo de muchos eones... quizás esto corresponde con la bien conocida experiencia del tiempo corriendo lentamente cuando nos encontramos sufriendo.

Extracto del libro de Subhuti 'La rueda, el espiral y la mándala'

Ver también 'El infierno del Papa'

lunes, febrero 11, 2008

El infierno del Papa


“El infierno existe y es eterno”.

Lo dice el Papa. Y lo dice como buen Papa.

Son las palabras más terribles jamás pronunciadas. Y la iglesia las va pronunciando ya hace mucho tiempo. Estas palabras atormentan,
marchitan y machacan las vidas de millones (MILLONES) de personas.

“El infierno existe”. Puede ser. Según el budismo también.

“Es eterno”. Nada es eterno, señor Ratzinger. Los seres sufrimos, pero me parece una doctrina muy torcida la que quiere imponer la posibilidad de un sufrimiento eterno, continuo, sin salida. Proclamarla es un acto torpe y refleja un literalismo fruto de la poca imaginación de la iglesia y de su jerarquía.

Dicen que el señor Ratzinger agregó que su infierno no está vacío.

Le imagino contento.

Puede que no está vacío, pero según el budismo sí es vacío.


jueves, febrero 07, 2008

Los ocho vientos mundanos


“Estas ocho condiciones del mundo siguen al mundo y el mundo no se separa de estas ocho condiciones del mundo. ¿Cuáles ocho? Ganancia y pérdida, fama y fracaso, crítica y elogio, felicidad y dolor. Estas ocho condiciones del mundo siguen al mundo y el mundo no se separa de estas ocho condiciones del mundo.”

Mañana hay grupo de estudio en el Centro Budista de Valencia, y he pensado mirar de nuevo esta enseñanza del Buda, que se encuentra en el ‘Dutiyalokadhamma Sutta’. Las ocho condiciones se conocen también como los ‘ocho vientos mundanos’, una forma más poética y evocativa de verlas.

“El ser ordinario no informado experimenta los ocho vientos mundanos. También el discípulo informado.¿Cuál es la diferencia? ¿Cuál es la diferencia de esfuerzo? ¿Cuál es la diferencia entre el ser informado y el ser no informado?”

Claro, todos los experimentamos. Vienen y van, a veces sopla uno y a veces otro. A veces son brisas, a veces ráfagas, a veces vendavales. Nos elogian, llega la fama o ganamos lo que deseamos, para luego ser criticados, fracasar o perder lo que hemos ganado. La felicidad y el dolor nos sacuden.

“Cuando el ser ordinario no informado obtiene ganancia, él no considera así, ‘He obtenido esta ganancia. Ésta es impermanente y de naturaleza transitoria.’ No comprende esto de acuerdo con la realidad. Cuando obtiene pérdida … cuando obtiene fama … cuando obtiene fracaso … cuando obtiene crítica … cuando obtiene elogio … cuando obtiene felicidad … cuando obtiene dolor, él no considera así. No comprende esto de acuerdo con la realidad.”

“La ganancia se apodera de su mente, la pérdida se apodera de su mente. La fama se apodera de su mente, el fracaso se apodera de su mente. La crítica se apodera de su mente, el elogio se apodera de su mente. La felicidad se apodera de su mente, el dolor se apodera de su mente. Él se deleita con la ganancia obtenida, se contraría con la pérdida obtenida. Se deleita con la fama obtenida, se contraría con el fracaso obtenido. Se contraría con la crítica obtenida, se deleita con el elogio obtenido. Se deleita con la felicidad obtenida, se contraría con el dolor obtenido. Él así, deleitándose y contrariándose, no se libera del sufrimiento.”

El camino budista se camina justo para liberarse del sufrimiento. ¿Entonces?

“Cuando el discípulo instruido obtiene ganancia, él considera así, ‘He obtenido ganancia. Ésta es impermanente, y de naturaleza transitoria.’ Comprende esto de acuerdo con la realidad. Cuando obtiene pérdida … cuando obtiene fama … cuando obtiene fracaso … cuando obtiene crítica … cuando obtiene elogio … cuando obtiene felicidad … cuando obtiene dolor, él considera así, ‘He obtenido este sufrimiento. Éste es impermanente de naturaleza transitoria’. Comprende esto de acuerdo con la realidad.”

Es decir, los ocho vientos mundanos no se apoderan de su mente-corazón. Ni la ganancia, ni la pérdida, ni la fama, ni el fracaso, ni la crítica, ni el elogio, ni la felicidad, ni el dolor.

“Así, no deleitándose y no contrariándose, se libera del sufrimiento. Ésta es la diferencia, ésta es la diferencia de esfuerzo, ésta es la diferencia entre el ser informado y el ser no informado”.

Ganancia y pérdida, fama y fracaso, crítica y elogio, felicidad y dolor, son condiciones de la vida humana. Existe un sendero de paz, de claridad, de bondad, de creatividad, de lealtad, de comprensión ... y pasa justo en medio de ellos. Es difícil de vislumbrar y requiere compromiso para caminar. Pero así, y sólo así, se vive con dignidad y nobleza, fiel a nuestros ideales.

Dedico este post a Jesús. Un amigo que me está enseñando, a su manera, a caminar con la cabeza alta en medio de los vientos.

lunes, febrero 04, 2008

Ser budista (3): Ir al Refugio del Dharma


Para que nuestras aspiraciones se realicen han de encontrar expresión en los actos más mundanos y cotidianos de nuestra vida. Un budista es uno que camina en el Dharma, es decir que lo pone en práctica. El Dharma, que consiste en principios y en práctica, forma la base de su vida y está cada vez más presente en sus muchos aspectos.

Uno de las descripciones más tempranas del Dharma es la del camino triple, formado por la ética, la meditación y la sabiduría (sila, samadhi, praña)

La ética:

La importancia de la práctica ética para la vida espiritual budista se enfatiza a lo largo del camino. Es un error pensar que es cosa de principiantes entrenar en ella. La recitación formal de Ir al Refugio de las Tres Joyas está casi siempre acompañada por la recitación de los preceptos éticos, en una forma o otra.

Los preceptos más conocidos son los 5 preceptos, que consisten en el compromiso de entrenarse en los siguientes principios:

1. El principio de no hacer daño a los demás seres y de cultivar actos de amor y bondad
2. El principio de no tomar lo que no se da libremente y de cultivar la generosidad
3. El principio de evitar un comportamiento sexual dañino y de cultivar tranquilidad, sencillez y contentamiento
4. El principio de evitar una comunicación falsa y de cultivar la veracidad
5. El principio de no intoxicar la mente y de cultivar la atención y una conciencia clara

Los preceptos, como principios éticos y no como ‘mandamientos’, constituyen la dimensión ética de la vida de un budista ya que representan la manifestación de su compromiso con el ideal de la Iluminación en todos los actos del ser humano (los actos del cuerpo, de habla y de la mente). Parte esencial del camino consiste en desarrollar cada vez mayor intimidad con los principios éticos y de imbuir nuestras vidas con su espíritu.

Una vida ética se desenrolla a partir de una sensibilidad ética, la cual se cultiva con atención conciente, con metta o amor, con reflexión, con una comunicación abierta con otros, y con mayor conciencia de la mente y sus diferentes estados.

La meditación:

La práctica de la meditación nos permite encontrarnos con nuestra experiencia de forma más directa e inmediata. Con la meditación vemos nuestros hábitos y padrones, nuestras torpezas y habilidades. En la meditación tenemos la oportunidad de trabajar directamente con los venenos y con las raíces de samsara; la avidez, el odio y la ignorancia. Y tenemos la oportunidad de descubrir nuestras fuentes de sabiduría, de compasión y de energía.

La práctica de meditación de forma asidua y efectiva es, generalmente, considerado como esencial para un compromiso efectivo con las Tres Joyas y para el despertar de la mente-corazón. Por lo general, los budistas intentan establecer una práctica diaria de meditación, la cual se contempla dentro de una o otra ‘sistema’ de práctica. Los retiros son un contexto esencial para la mayoría de budistas en su afán de desarrollar una práctica efectiva de meditación.

Sabiduría:

La tradición habla de tres niveles de sabiduría: aprendizaje, reflexión y meditación.

Para poder profundizar en el acto de Ir al Refugio es necesario lograr un entendimiento claro del Dharma. Parte esencial del camino que enseñó el Buda es poder distinguir entre los puntos de vista erróneos y los correctos. Nuestros puntos de vista nunca son puramente racionales, y tienen un fuerte elemento emocional (conciente o no). Los puntos de vista erróneos son aquellos que, basada en las emociones de rechazo o de apego, conducen a la ignorancia y fomentan estos mismos estados emocionales. Los puntos de vista ‘correctos’ son aquellos que conducen al amor, al desapego y la generosidad, y a la sabiduría. Conducen el despertar, el cual es un estado, según el Buda mismo, más allá de cualquier punto de vista.

Es importante también saber reflexionar sobre el significado de los puntos de vista correctos y sus implicaciones para la vida, y empezar a dejarles despertar nuestra propia sabiduría intuitiva.

Comprometerse con el camino budista implica una práctica de estudio, tanto individual como en grupo. Implica clarificar nuestro entendimiento del Dharma, compartir y debatir, y estar abierto a nuevas perspectivas y acercamientos.

Son de especial importancia las doctrinas y enseñanzas fundamentales budistas, como la coproducción condicionada (pratitya samutpada), las cuatro verdades nobles, el sendero óctuple, las tres marcas de la existencia condicionada etc. También son de gran importancia comprender los énfasis distintivos de la enseñanza de la escuela dentro de la cual practicamos.