martes, junio 15, 2010

¿Que es el Dharma?

Una persona anonima ha preguntado, en los comentarios, ¿Que es el Dharma?

La respuesta fácil es que el Dharma es aquello que conduce a la Iluminación, o que es la enseñanza del Buda.

Pero, ¿que enseñó el Buda?

Lo que he escrito abajo es largo. Muy largo, para un blog. Pero hace unos años di una conferencia en México en la cual me apetecía unir varias escrituras budistas con algunos textos de Sangharákshita para explorar algunos aspectos centrales de la enseñanza del Buda.

Así que, por si esta persona anónima tuviera interés en leerlo, lo dejo aquí ...


“El Buda alcanzó la Iluminación bajo el árbol Bodhi en Buda Gaya hace dos mil quinientos años. Él “vio las cosas tal como realmente son”. Y al principio dudó de si sería posible comunicar su visión a los demás, ya que era... bueno, increíble. O sea que se inclinó por guardar silencio. Pero al final, por suerte para nosotros, decidió enseñarla. Movido por la compasión decidió enseñar el Dharma en beneficio de aquellos cuyos ojos estuvieran cubiertos sólo por un poco de polvo”.

Así que el Buda impartió enseñanzas. Puso en marcha la rueda del Dharma.

“Lo que enseñó constituía una expresión en conceptos, imágenes y palabras de su experiencia de la Iluminación. No es que diera una descripción determinada de esa experiencia. En realidad, no dijo gran cosa sobre ella, sólo la insinuó, señaló en su dirección, indicando, por así decirlo: “Si van hacia esa dirección verán lo que yo he percibido”. Dijo que sus enseñanzas eran como una balsa. Del mismo modo que se usa una balsa para cruzar el río y llegar a la otra orilla, sus enseñanzas se usaban para cruzar el gran río del samsara y llegar al nirvana. Sus enseñanzas, insistió, eran sólo un medio que conducía a un fin, un dedo apuntando a la luna.”

Así insiste Urgyen Sangharákshita, mi maestro y fundador de la Orden Budista Triratna. Las enseñanzas del Buda sólo sirven para cruzar el samsara, el estado de ignorancia y de inevitable sufrimiento, para llegar al nirvana, el estado de la Iluminación espiritual y el inevitable gozo.

¿Pero, porque sólo insinuó el Buda su experiencia de la Iluminación? ¿Porque el Buda no nos dijo exactamente como era? ¿Porque no nos lo dijo con toda claridad sin posibilidad de malentender? Pues, por la misma razón por la cual un dedo únicamente puede señalar la luna. Cualquier intento de describir el contenido de la Iluminación tiene que usar las palabras, palabras que nunca pueden ser aquella que describen. Palabras que nunca pueden ser la experiencia en sí. Las palabras son sólo símbolos. Son metáforas. Nuestras palabras y nuestros pensamientos difieren de aquello a lo que se refieren.

“Distinguir efectivamente entre pensamientos y cosas, entre los conceptos que meramente indican realidades y las realidades en sí, es un arte...”

Nos perdemos en nuestras metáforas – nos perdemos en las palabras. Para propósitos prácticos decimos ‘por favor, pásame aquel libro’ y es un uso satisfactorio del lenguaje. Pero la palabra ‘libro’ es sólo un símbolo. Se refiere a una colección de hojas de papel con letras, o mas bien con tinta en formas variadas. En realidad no hay tal ‘libro’ existente mas allá de sus componentes.

A comenzar a aplicar las palabras a cuestiones tales como qué es lo que llamamos realidad, entonces nos encontramos con todo tipo de dificultades. Las palabras son bi-dimensiónales. Sólo pueden describir las cosas en términos de existir o de no existir, sólo en términos de ser o no ser – lo que es la cosa o lo que no es. Y a pesar de lo que dijo el gran bardo Shakespeare, parece que esta no es la cuestión.

Sangharákshita: “La doctrina del Camino Medio es de hecho coexistente con el Dharma, de modo que al penetrar una se penetra simultáneamente la otra. Lo fenoménico surge dependiendo de condiciones. Esta tesis es la esencia de la Enseñanza y su realización es lo que constituye la Iluminación. Puesto que los fenómenos surgen en dependencia de condiciones no pueden ser descritos como existentes o no existentes: son sunya, vacíos de naturaleza propia. Sunyatá, o la vacuidad de lo fenoménico, coincide con la realidad indicada por el término Nirvana; ya que el logro del Nirvana depende de la realización de la condicionalidad de lo fenoménico.

Como la verdadera naturaleza de lo fenoménico [...] es indefinible, ya que transciende los extremos del ser y el no ser, puede ser denominada madhyama marga. Seguir el Camino Medio en la metafísica consiste en la comprensión de que la realidad no ha de ser expresada en términos de existencia o no-existencia y en reconocer que las indicaciones del Nirvana positivas y negativas, sean concretas o abstractas, sensuales o conceptuales, no poseen validez absoluta sino relativa.”

La naturaleza insinuante de la enseñanza del Buda se ve en la descripción poética del camino Budista como el Camino Medio – la madhyama marga. Fue esta la expresión que usó el Buda al comenzar a enseñar.

Esto he oído: 


En cierta ocasión, el Señor permanecía en Benares, en el parque de los ciervos en Isipatana. El Señor se dirigió a los cinco ascetas:


“Bhikkus, hay dos extremos que no debe cultivar aquel que ha ido adelante. ¿Cuáles son? Está el dedicarse a la búsqueda del placer en los deseos de los sentidos; pues es algo denigrante, áspero, vulgar, innoble, dañino; y está el dedicarse a la mortificación de uno mismo; pues es algo doloroso, innoble y dañino. Al evitar los dos extremos el Tathagata alcanzó la Iluminación del Camino Medio, el cual produce visión clara y conocimiento, y conduce a la paz, al conocimiento directo, a la Iluminación, al Nirvana”.

La tradición oral que con el tiempo se solidificó en forma de las escrituras Budistas nos informe del encuentro del Buda, inmediatamente después de su Iluminación, con sus 5 amigos, ex-compañeros en la vida espiritual. Las escrituras lo describen en términos formales y casi académicos, pero no fue así.

Con el Buda comenzó una gran tradición. Después de su Iluminación, y durante varias semanas, el sabio de las Shakyas se quedó absorto en su experiencia, cultivándola. Entonces llegaron las lluvias y Muchalinda, el Rey de las serpientes, apareció. Lentamente se enrolló siete veces alrededor del Buda, sentado en meditación, para luego protegerle de la lluvia con la capucha de su cabeza. Así que el Buda continuó absorto en su experiencia, profundizando su comprensión.

A terminar las lluvias, y desenrollando su cuerpo de reptil, Muchalinda se fundió en las sombras para luego reaparecer en la forma de un joven bello. Saludó al Buda con manos unidas y desapareció de nuevo.

Y el Iluminado pensó: 'Esta Verdad que alcancé es profunda y difícil de ver, difícil de descubrir. Si intentase enseñar esta verdad a otros jamás comprenderían.’

 “He penetrado una profunda verdad que es difícil de percibir, difícil de entender, apaciguante, sublime, que trasciende todo pensamiento, que es profundamente significativa, que solamente puede ser comprendida por un sabio.  El hombre se mueve en una esfera terrenal, en ella tiene su lugar y en ella busca el gozo.  Para aquel hombre, que se mueve en una esfera terrenal y que en ella tiene su lugar y en ella busca su gozo, será muy difícil aprehender esta cuestión: la ley de la causalidad, la cadena de causas y efectos”.

Así que apareció Brahma Sahampati, rey de los dioses y rogó al Buda que enseñara. ‘Existen seres con poco polvo en los ojos. Se consumen por no oír la verdad. Proclame la Verdad. ¡Algunos si entenderán!’

Al escuchar estas palabras, el Buda contempló el mundo. Vio delante de él un gran lago, vasto como el océano. En el lago crecieron innumerables flores de loto. Crecieron del fango. Algunas - rojas y blancas y azules - existieron dentro del agua misma, otras habían logrado tocar la superficie del agua, con un pétalo o dos saliendo del agua,  y otras estaban completamente libres del agua y existía en la luz del día. El Buda se dio cuenta de que sí, a pesar de que  había hombres y mujeres con mucho polvo en los ojos, había otros con poco; se dio cuenta de que a pesar de los muchos ciegos, había algunos listos para oír la verdad. A ver las cosas así, decidió regresar al mundo para que otros se despertaran al misterio de la existencia.

‘Las puertas de lo inmortal abierta está de par en par. ¡Que aquellas que así la oigan muestren su confianza!’

Pasaron las semanas y el Buda salió en busca de sus 5 compañeros, con la esperanza de poder hacerles comprender. Practicaron el ascetismo en el parque de los ciervos. El Buda los encontró, pero cuando se acercó a ellos le respondieron con desconfianza. No olvidaron que Siddhartha había abandonado la práctica del ascetismo.  Despreocupado, el Buda les dijo que había comprendido la verdad, que había encontrado lo sin-muerte.

'Amigo Gautama,' dijo uno de los cinco 'incluso bajo las penas y la mortificación de tu práctica ascética no encontraste la Verdad. Ya que abandonaste la lucha no vengas por aquí esperando engañarnos para que creemos que lo hayas conseguido. Anda ya.'

El Buda miró sus amigos y sonrió.

‘No abandoné la lucha. Logre lo sin-muerte. Escúchenme y se les explicaré.’ 

Pero aun así los ascetas no le creyeron – a pesar de que había algo bien diferente en el porte de su amigo.

No obstante, se sentaron con él y juntos comenzaron a hablar del gran misterio. La nobleza y claridad del Buda se imponía de forma natural y los ascetas le fueron escuchando poco a poco. Abrían sus corazones de nuevo.

Aquel encuentro entre los seis amigos en el parque de los ciervos se pierde en la neblina de los siglos. Que fue lo que realmente ocurrió, nunca lo sabremos. Lo tenemos que imaginar. Durante días y semanas hablaron y practicaron y mientras tanto el Buda intentó comunicar su experiencia, y no sólo con palabras sino también de corazón a corazón en su intento de prender la llama del despertar en sus amigos. El Buda había descubierto el secreto mismo de la vida y mientras él se esforzó en compartirlo sus amigos se esforzaron en comprenderlo. Se turnaron para ir a mendigar comida, comida que luego compartieron entre sus amigos. Y todo el tiempo el Buda continuaba con su intento de desvelar la verdad, preparando las mentes de los ascetas, preparando sus corazones para que pudieran abrazar la verdad. Y se quedaron allí practicando en la sombra de los árboles hasta por fin ocurrió: uno de ellos comprendió.

“¡Kondanna sabe, Kondanna sabe" regocijó el Buda. La visión verdadera de como son las cosas había surgido en uno de los cinco ascetas. Kondanna y el Buda miraban el uno al otro y entendieron. Otras también comprenderían; otras también podrían despertar del sueño de la ignorancia espiritual. Y así la rueda de la enseñaza del Buda comenzó a girar, la rueda del Dharma comenzó a rodar por el mundo, rodar por los siglos y a través de las vidas de millones de personas, despertándoles del sopor de la ignorancia.

Y es aquel momento, cuando Kondanna comprendió aquello que había comprendido el Buda, aquel  momento en el cual el Buda compartió su experiencia con otro ser humano, aquel momento en que Kodanna se despertó, que se giró por primera vez la rueda del Dharma.

La tradición nos cuenta que durante esa ocasión el Buda enseñó, por primera vez, las cuatro verdades nobles:

“Está la noble verdad del sufrimiento: nacer es sufrimiento, envejecer es sufrimiento, enfermar es sufrimiento, morir es sufrimiento; la pena, el lamento, el dolor, la angustia y la desesperación son sufrimiento, asociarse con quienes no nos gustan es sufrimiento, no estar con quienes amamos es sufrimiento, no obtener lo que uno desea es sufrimiento. En pocas palabras, los cinco agregados afectados por el apego son sufrimiento”.

La verdad de Dukkha – sufrimiento e insatisfacción. Existe, y el reconocimiento abierto de ello marcar el primer paso en su superación. En términos generales el Budismo habla de tres tipos de Dukkha.

Físico
Psicológico – actual y con respeto al sufrimiento potencial.
Existencial – el sufrimiento/la insatisfacción que viene con la ignorancia espiritual.

Como dice el Buda: “En pocas palabras, los cinco agregados afectados por el apego son sufrimiento”.

El Buda se encontró en la India de hace 2500 años. Usaba los conceptos que tenía a mano, y uno de los más importantes fue el concepto de los 5 skandhas, los 5 agregados o los 5 montones. La tradición Indio dividió al ser humano en 5 aspectos: la forma, las sensaciones, la percepción, la voluntad y la conciencia.
- la forma, aquello que tenemos en común con el mundo físico que nos rodea, hecho de los 4 grandes elementos de la tierra, el agua, el aire y el fuego.
- las sensaciones, aquello que surge con los seis sentidos de la vista, el oído, el olfato, el sabor, el tacto y la mente.
- las percepciones, que surgen por la forma y las sensaciones. Vemos una cosa cuadrada de colores y con letras y decidimos que es lo que llamamos ‘libro’.
- la voluntad, el acto de responder a nuestras sensaciones y percepciones. Nos atrae el libro y lo agarramos para hojear. ¡Incluso, lo compramos!
- y la conciencia, los múltiples estados y eventos mentales que forman lo que llamamos la conciencia.

Y cada uno de estos aspectos  también está formado por varias características o aspectos. Así que se llamaron agregados o montones, como montones de granos. Cada montón se distinguía de los otros montones, de la misma forma que un montón de arroz se distingue de un montón de trigo.

Y como dijo el Buda, afectados por el apego son sufrimiento.

“Está la noble verdad de la causa del sufrimiento: la avidez que produce la renovación del ser, que viene acompañada del placer y la codicia, encontrando placer aquí y allá; en otras palabras, la avidez por el deseo sensorial, la avidez de ser y la avidez de no ser.”

Existe una causa de nuestro sufrimiento e insatisfacción – el apego. Nos apegamos a los 5 skandhas. Sentimos apego a la forma, a las sensaciones, a las percepciones, a la voluntad y a la conciencia -  a estos 5 montones. Creemos que son nuestros, que constituyen incluso un ‘yo’, que son míos, que soy yo. Y como consecuencia de esta creencia equivocada sufrimos:

Sangharákshita: “Al ser las cosas constituidas, los objetos de nuestro disfrute se desintegran mientras nos aferramos a ellos, como un trocito de hielo que se derrite por el calor de las manos que lo tienen, y el resultado es el sufrimiento. La felicidad sólo se alcanza cuando la vida transcurre en concordancia con nuestros deseos, o cuando nuestros deseos se armonizan con la vida. Lo segundo es difícil, no hay duda; pero lo primero es imposible. Si no podemos alcanzar la felicidad cambiando el mundo, la tendremos que alcanzar cambiando nosotros mismos. Todo lo compuesto resulta doloroso porque es transitorio; pero lo transitorio no es en sí la causa de nuestro sufrimiento sino la ocasión. La verdadera causa es la avaricia. La felicidad sólo llega cuando no deseamos nada ni nos apegamos a nada. Esa felicidad es eterna.”

“Transitorias son todas las cosas compuestas. Aquel que perciba esto con la visión clara no volverá a ser afectado por el sufrimiento. Este es el Camino de la Pureza. 
Mezcladas con el sufrimiento están todas las cosas compuestas. Aquel que perciba esto con la visión clara no volverá a ser afectado por el sufrimiento. Este es el Camino de la Pureza. 
Insubstanciales son todos los fenomenos. Aquel que perciba esto con la visión clara no volverá a ser afectado por el sufrimiento. Este es el Camino de la Pureza”.

Sangharákshita: “Lo que se puede afirmar sobre lo fenoménico en general, se puede también afirmar del fenómeno físico y mental de lo que llamamos la personalidad. [...] La conciencia no es en manera alguna una entidad inmutable; como todos los demás fenómenos, surge en dependencia de condiciones. La conciencia no es el principio de la identidad personal sino simplemente una serie de ciertos estados mentales, cada uno de ellos de duración infinitesimalmente corta. Estos "destellos" de la conciencia, que son causados y condicionados, junto a otros estados mentales igualmente efímeros y junto a ciertas funciones, constituyen la “personalidad” en cuanto a lo psíquico. Puesto que el fenómeno quíntuple de la personalidad (la forma, las sensaciones, la percepción, la voluntad y la conciencia), así como cada uno de sus componentes, surge dependiendo de causas y de condiciones, y puesto que lo que llamamos personalidad, ser individual o el ser, sólo es la suma total de estos fenómenos psico-físicos causados y condicionados, los cinco skandhas (o montones) no están adheridos a un núcleo permanente, alma inmutable, ser o ente. [...] La negación categórica de que cualquier fenómeno de la personalidad esté exento de la ley de la condicionalidad, es el equivalente psicológico de la gran concepción metafísica de la Sunyata y constituye el Camino Medio en la esfera de la ciencia mental. De un lado, este evita el extremo erróneo de identificar la personalidad con el cuerpo, lo cual vendría a ser materialismo [...] y por lo tanto, una forma de nihilismo. Del otro lado, evita también el error no menos grave de presuponer tras la continuidad de fenómenos psico-físicos un alma inmortal, ser inmutable o cualquier otro tipo de entidad espiritual estática; lo cual equivale al extremo del eternalismo.”

Eternalismo o nihilismo, existencia o no-existencia, ser o no ser. He aquí la cuestión tormentosa del ser humano atrapado por la ignorancia. Sólo un Buda se libera.

En cierta ocasión el Bienaventurado estaba en la orilla del río Ganges entre los Ayojjhans. El se dirigió a los Bhikkhus: “ Bhikkhus, supongan que una gran masa de espuma estuviese flotando en este río Ganges y un hombre con muy buena vista la ve, la observa y la examina de manera apropiada. Para él - viéndola, observándola e examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues que sustancia existiría para ser encontrada en una masa de espuma? De la misma forma, un Bhikkhu ve, observa y examina de manera apropiada cualquier forma sea del pasado, futuro o presente; interna o externa; grosera o sutil; común o sublime; próxima o distante. Para él - viéndola, observándola e examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues cual sustancia existiría para ser encontrada en una forma?


Ahora supongan que es el otoño – cuando lluevan gotas pesadas y gordas – una burbuja de agua aparecería e desaparecería en el agua y un hombre con muy buena vista la ve, la observa y la examina de manera apropiada. Para él - viéndola, observándola y examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues que sustancia existiría para ser encontrada en una burbuja de agua? De la misma forma, un Bhikkhu ve, observa y examina de manera apropiada cualquier sensación sea del pasado, futuro o presente; interna o externa; grosera o sutil; común o sublime; próxima o distante. Para él - viéndola, observándola e examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues cual sustancia existiría para ser encontrada en una sensación?


Ahora supongan que es el último mes de verano y surgiese un espejismo y un hombre lo ve, lo observa y lo examina de manera apropiada. Para él – viéndolo, observándolo e examinándolo de manera  apropiada – aquello parecería estar vació, hueco, sin sustancia: ¿pues que sustancia existiría para ser encontrada en un espejismo? De la misma forma, un Bhikkhu ve, observa y examina de manera apropiada cualquier percepción sea del pasado, futuro o presente; interna o externa; grosera o sutil; común o sublime; próxima o distante. Para él - viéndola, observándola y examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues cual sustancia existiría para ser encontrada en una percepción?


Ahora supongan que un hombre deseando la madera de un árbol, en busca de la madera de un árbol, se dirige a la selva con una hacha afilada. Llegando él ve un gran platanero: erecto, joven, extremadamente alto. Lo corta por las raíces y lo corta las hojas. Después, se lo casca, pero no encuentra nada de madera dentro. Entonces un hombre con muy buena vista lo vería, lo observaría y lo examinaría de manera apropiada. Para él - viéndolo, observándolo y examinándolo de manera  apropiada – ello parecería estar vació, hueco, sin sustancia: ¿pues que sustancia existiría para ser encontrada en un platanero? De la misma forma, un Bhikkhu ve, observa e examina de manera apropiada cualquier voluntad sea del pasado, futuro o presente; interna o externa; grosera o sutil; común o sublime; próxima o distante. Para él - viéndola, observándola y examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues cual sustancia existiría para ser encontrada en la voluntad?

Ahora supongan que un mago o un aprendiz de un mago estuviese demostrando un truco de magia y un hombre con muy buena visión lo ve, lo observa y lo examina de manera apropiada. Para él - viéndolo, observándolo y examinándolo de manera  apropiada – aquello parecería estar vació, hueca, sin sustancia: ¿ pues que sustancia existiría para ser encontrada en un truco de magia? De la misma forma, un Bhikkhu va, observa y examina de manera apropiada cualquier conciencia sea del pasado, futuro o presente; interna o externa; grosera o sutil; común o sublime; próxima o distante. Para él - viéndola, observándola y examinándola de manera  apropiada – ella parecería estar vacía, hueca, sin sustancia: ¿pues cual sustancia existiría para ser encontrada en una conciencia?


Viendo de esta manera, el noble discípulo bien instruido se desencanta con la forma, se desencanta con  la sensación, se desencanta con la percepción, se desencanta con la voluntad, se desencanta con la conciencia. Desencantado se torna desapegado. Desapegado se libera. Con la liberación existe el conocimiento. ‘ Me libero.’ Él discierne que ‘ No hay mas nacimiento, la vida santa está completa, la tarea hecha. No hay nada mas en este mundo.’”

 Esto fue lo que dijo el Bienaventurado.”

“Hora tras hora, día
tras día tratamos
de asir lo inasible, fijar
lo impredecible.  Las flores
se marchitan al tacto, el hielo
se agrieta de pronto bajo nuestros pies.  En vano
tratamos de descifrar el vuelo del ave en el cielo,
encontrar a los peces silenciosos en aguas profundas,
tratamos de anticipar la sonrisa ganada, la suave recompensa,
aún la vida misma tratamos de atrapar.  Mas la vida
se nos va de las manos
como la nieve.  La vida
no nos pertenece.  Le
pertenecemos a la vida.  La vida
es el Rey.” (Sangharákshita)

“Ninguna esencia está encontrada aquí.

Es en esta manera que un Bhikkhu, 
        con la persistencia despierta,
debe enfrentar a los agregados
durante el día y durante la noche,
plenamente atento,
alerta;
debe abandonar los grilletes;
debe hacer de si mismo
su propio refugio;
debe vivir como si
su cabeza estuviese en llamas –
en la esperanza de alcanzar el estado
               de donde no hay cómo decaer.”
 

Existe el sufrimiento, y existe una causa  - la avidez y el apego a lo que es en realidad transitorio e insustancial, sin esencia. Pero también existe el cese del sufrimiento y de la insatisfacción – existe el estado de donde no hay cómo decaer.

“Está la noble verdad del cese del sufrimiento: apagar sin dejar rastro, cesar, renunciar, abandonar, dejar ir y rechazar esta misma avidez.”


 “Tan pronto como mi conocimiento, mi visión correcta de las nobles verdades alcanzó una purificación total, entonces sostuve que había descubierto la plenitud de la Iluminación, suprema en el mundo, con sus deidades, sus Maras y sus divinidades, en esta generación de bhikkhus y brahmanes, con sus príncipes y sus hombres.


El conocimiento y la visión surgió en mí: ‘la liberación de mi corazón es innegable: este ha sido mi último nacimiento; no habrá mas renovación de ser.”

Y existe una verdad mas, la cuarta verdad, la verdad del camino – existe el Camino Medio para llegar a aquella liberación.

“Está la noble verdad del camino que conduce al cese del sufrimiento: el Noble Camino Óctuple”.

Sangharákshita: “En el sentido más elevado, el Camino Medio equivale a la Meta de la carrera del discípulo. Al transcender tanto el predicamento positivo como el negativo, se puede concebir que el Nirvana ocupa una posición media entre, o mejor dicho, sobre, las dos concepciones extremas, la de la existencia y la de la no-existencia. Metafísicamente esto viene a ser el rechazo del eternalismo y el del nihilismo con sus proles respectivas de opiniones erróneas. Las doctrinas y los métodos que adoptan una posición intermedia entre extremos conflictivos son las manifestaciones, en su terreno más o menos limitado y a su propio nivel de aplicación, del Camino Medio en su aspecto trascendental y superior. Por otro lado, todas las opiniones y prácticas extremas y unilaterales son manifestaciones del eternalismo o del nihilismo, los dos errores básicos. En todas las esferas del pensamiento y en todos los campos de acción nos vemos confrontados con un modo u otro de este principio de tres aspectos. Es por eso que, en cada una de sus fases, la vida espiritual nos confronta con la necesidad de elegir entre uno de los polos opuestos o lo medio, que reconcilia la oposición al transcenderla. Seguir el Camino Medio, en el sentido del término que coincide con el significado de la Cuarta Verdad Noble, la Verdad del Camino, consiste esencialmente en tomar esta decisión de importancia crucial a niveles cada vez superiores. A cada nivel los extremos se hacen a su vez más seductivos, más espirituales, y lo medio más esquivo, más difícil de percibir. Al final se plantea la última decisión: a la derecha, el eternalismo en su forma más sutil y esencial: lo Absoluto, el puro Ser, Dios, el Terreno Divino; a la izquierda los arquetipos del nihilismo: la aniquilación del alma en Dios, la disolución del ser inferior en el Ser Superior, la fusión de la gota en el Océano. Y entre ambos y por encima, igual que la luna llena entre las dos brillantes estrellas del Este y del Oeste, el Camino Medio con toda su pureza, sin nada que empañe su brillo, sin sombra alguna del concepto positivo o del negativo.”

Las palabras sólo existen en dos dimensiones – la existencia y la no-existencia. El Camino Medio es, podemos decir, entrar a la tercera dimensión.

O incluso en la cuarta. El Mándala de los cinco Budas representa la Budeidad en tres dimensiones. Representa, en imágenes arquetípicas la experiencia trascendental de la Iluminación del Camino Medio, el cual produce visión clara y conocimiento, y conduce a la paz, al conocimiento directo, a la Iluminación, al Nirvana.


Al este tenemos a Akshobya, el Buda azul con su sabiduría que es como en espejo. Refleja, ve, las cosas exactamente como son, sin distorsiones, sin apego ni rechazo.

Al sur tenemos a Ratnasambhava, el Buda amarillo con su sabiduría que ve la misma naturaleza, que es una no-naturaleza, en todas las cosas. Es el Buda de la Belleza y de la Riqueza.

Al oeste, el Buda Amitabha con su sabiduría que ve que cada cosa es única en el espacio y en el tiempo. Es el Buda del amor.

Y al norte, tenemos a Amoghasiddhi, el Buda verde con su sabiduría que ve que hay todo por hacer y a la vez nada que hacer. El Buda de la acción que es no-acción.

Y en el centro, que es la unión del mándala de los Budas, tenemos a Vairochana, el esplendor, el Buda blanco, con su sabiduría de la esfera de la verdad, la esencia de todas las sabidurías. El Buda que es como el sol, brillante y compasivo, mandando la luz del Dharma en todas direcciones del espacio y acompañado por dos leones, que rugen como el Buda mismo. Y en sus manos, frente su corazón, lleva la rueda del Dharma -  la cual la va girando lenta y constantemente.

Dije que el Camino Medio es una cuarta dimensión, y en su nivel mas sublime así es. Se dice que por detrás del mándala de los cinco Budas, en una cuarta dimensión, existe otro Buda. Un Buda bien misterioso, que lleva los hábitos bellos de un Bodisattva. Es el Adi buda, el Buda primordial, el Buda que ha sido Buda desde el tiempo sin comienzo. Él es Vajrasattva, el ser del trueno-diamante. Es el Dharmakaya, la imagen de aquello que no tiene imagen, el cuerpo de la verdad. Y Vajrasattva es nuestra naturaleza primordial, mas allá del tiempo y del espacio. Vajrasattva es el Dharma, es la pureza primordial de nuestra ser, es el Camino Medio. Mas allá de ser buenos o malos, santos o pecadores, mas allá del ser o no ser, somos puros. El mensaje de Vajrasattva, del Dharma, del camino Medio, es que no somos ni esencialmente buenos ni esencialmente malos, sino que nuestra naturaleza (que es una no-naturaleza) está por encima y más allá de estos dos. Ni somos ni no somos, ni ambos ni ninguno. Nuestra naturaleza es de la Realidad, pertenece a la Realidad, participa en la Realidad – somos intrínsicamente puros. A través de nuestra práctica del Dharma, del sendero, del Camino medio, mudamos en el tiempo hacia aquello que somos en la eternidad.

Así que, hace 2500 años el Buda Shakyamuni, el sabio de la tribu de los Shakyas, enseñó el Dharma, hacía girar la rueda del Dharma. Y el arquetipo de este acto se ve plasmado en la figura de Vairachona, con sus manos en el gesto de hacer girar el Dharma, y con su sabiduría de la esfera de la verdad, su sabiduría del Dharmadhatu. Nos enseña eternamente el Dharma,  nos muestra “las cosas tal como realmente son”.

“Al ser esto, se da aquello; cuando surge esto, surge aquello; al no ser esto, no se da aquello; cuando cesa esto, cesa aquello”.

Sangharákshita: “Ninguno de los fenómenos de la personalidad puede considerarse el ser porque no hay ninguno que nos pertenezca, y la personalidad no existe aparte de estos fenómenos. Esto sólo se puede realizar verdaderamente por medio de la visión clara de la insubstancialidad de las cosas. No obstante, en el budismo se considera que sólo a un tonto, a alguien que no comprenda ni aun intelectualmente la doctrina de la insustancialidad, se le puede ocurrir que algo le pertenezca. En el Dhammapada dice: “Ni aun su propio ser le pertenece. ¿Cómo le ha de pertenecer su hijo? ¿Cómo sus propiedades?” (verso 62). Porque a la hora de la verdad no poseemos nada,  y llevando nuestro análisis a su conclusión lógica, vemos que tampoco tenemos un ser o ego. La renuncia del monje a todos los bienes mundanos es el ejemplo vivo de esto. Ese monje es llamado akiñcana, “hombre de nada”, no simplemente porque sea un pobre en el sentido social de la palabra, sino porque, según el profundo sentido psicológico y metafísico del término en cuestión, él no considera suyo ningún fenómeno por muy exaltado que sea y permanece libre de codicia y, por lo tanto, a distancia del dolor. De ahí la gran exhortación:

La forma no es vuestra, monjes. ¡Renunciad a ella! La sensación, la percepción, las formaciones y la conciencia no son vuestras. ¡Renunciadlas!”

“Magnifico, Maestro Gotama! Magnifico, Maestro Gotama! Maestro Gotama aclara el Dharma de varias formas, como si hubiese colocado de pie aquello que estaba de cabeza, revelado aquello que estaba escondido, mostrado el camino para alguien que estuviese perdido o puesto una lámpara en la oscuridad para aquellos que tiene visión pudieran ver las formas. 


Yo busco refugio en el Maestro Gotama, en el Dhamma y en la  Sangha. A partir de hoy que el Maestro Gotama se acuerde de mí como un discípulo que busca refugio para el resto de su vida.”